Alfombras de seda de Cachemira

La elegancia de una alfombra de seda

La seda pura es suave, ligera, elegante, luminosa y brillante. Por ello, una alfombra de seda hecha a mano constituye una auténtica pieza de artesanía y se considera todavía hoy un bien de lujo. Su calidad estriba en el número de nudos por metro cuadrado (se puede llegar a los seis millones), gracias a la labor de tejedores experimentados.

Del gusano de seda a la fina alfombra

La hembra pone una media de 400 huevos. Las orugas posteriores se alimentan de hojas de morera. Un mes después, comienzan a tejer un capullo. Hasta veinte de ellos se desenrollan a la vez, transformándose en una sola hebra. A continuación, la seda cruda ya puede usarse en la confección de una alfombra, especialmente para crear efectos de estilo, pues para la urdimbre se emplea otro material.

Cuidados adecuados para su alfombra

Se han de aspirar una vez por semana, prestando especial atención a la dirección del pelo. También se aconseja voltearlas cada seis meses, lo que evita el desgaste y mantiene la belleza. Para las manchas pequeñas, se emplea un paño de lana y agua tibia, siempre mediante pequeños toques. En cuanto a las marcas de presión, se puede utilizar un trapo húmedo.

Por qué decantarse por una alfombra de seda

Darán un toque especial a su hogar, añadiendo un toque noble y de distinción, colocadas bien en el suelo, bien en las paredes, gracias a sus colores brillantes. Además, ofrecen una calidad extra y un gran confort. Se presentan en diversas formas, tamaños y colores. Normalmente, proceden de China, India, Turquía e Irán. En la India, la región de Cachemira es famosa y, en Turquía, las ciudades de Hereke y Kayseri.